Conocida también como paniculopatía fibroesclerótica edematosa o fibroedema geloide subcutáneo, la celulitis representa uno de los grandes problemas estéticos que afronta la mujer moderna.
El término con el que se define esta patología expresa de algún modo los tres períodos por los cuales atraviesa esta dolencia: fibrosis, esclerosis y edema. La gravedad del tema es que esta lipodistrofia localizada no se resuelve con dieta, a diferencia de otras "gorduras" que sí responden con un régimen de comidas.
En el caso de la celulitis, no sólo se trata de grasa "atrapada" en compartimentos inamovibles, sino que también participan residuos y agua, como elementos adicionales. La zona celulítica opera como una gran esponja, la cual logra atraer osmóticamente al agua generando una zona edematizada que sobresale en la superficie de la piel, formando pequeños abultamientos característicos que conforman la conocida "piel de naranja".
Etiología
Las causas que originan la celulitis obedecen a varios factores:
a) Herencia
La herencia juega un papel muy importante en las jóvenes descendientes de madres o abuelas con celulitis. La incidencia supera holgadamente el 50% de posibilidades de contraer celulitis en una descendiente directa.
b) Factores Hormonales
Al no observarse en los hombres, la celulitis presenta una fuerte relación con el nivel de estrógenos circulantes. Por esta razón comienza su insidioso devenir con la pubertad agravándose cada vez que aumenta en la mujer la relación estrógenos-progesterona, como sucede por ejemplo durante los embarazos.
c) Circulatorios
El hecho que exista una deficiente circulación en el área afectada, disminuye las posibilidades de acelerar el metabolismo focal, evitándose un buen drenaje de los elementos de desecho que deben eliminarse del organismo. Además, resulta conocida la predisposición hereditaria que tienen las afecciones vasculares periféricas, como las várices.
Dentro de los elementos externos que influyen negativamente sobre la circulación, indudablemente el tabaco, mediante la nicotina y el alquitrán, colaboran mucho para la instalación del cuadro, o para evitar un correcto abordaje farmacológico.
d) Dietéticos
Si bien las dietas hipocalóricos no logran un cometido satisfactorio en la eliminación de este problema estético, indudablemente colaboran en el buen funcionamiento general del organismo. Por ejemplo, las dietas ricas en grasas o alcohol, contribuyen a provocar un mal funcionamiento hepático, que resulta primordial en la correcta eliminación de detritus orgánicos por las vías emuntoriales clásicas.
De igual modo, las dietas carentes de elementos fibrosos, generan constipación o estreñimiento, que se erige en un factor importante de retención de elementos de desecho. La ausencia de una correcta ingesta de líquidos (menor a 1,5 litros diarios) conspira con el buen funcionamiento metabólico de la piel.
e) Actividad Física
Al igual que la dieta, la actividad física no es decisiva para controlar esta enfermedad. Sin embargo, el hecho de practicar deportes o realizar movimientos o caminatas de manera periódica y sincronizada, contribuyen a mejorar en líneas generales el metabolismo orgánico, acelerando la circulación, los procesos catabólicos y mejorando la tonicidad muscular de las áreas afectadas. Lógicamente el sedentarismo se erige en un gran enemigo de la buena evolución que puedan generar los tratamientos médicos.
Uno de los tejidos que cumple un rol fundamental en el proceso de formación de la celulitis es el tejido conectivo o conjuntivo. Este tejido está integrado fundamentalmente por una especie de red de sostén en la que se ubican las células adiposas. A este tejido le llegan también los elementos conductores de nutrientes como ser los vasos sanguíneos y los linfáticos.
Los líquidos que fluyen a través de estos vasos contienen el oxígeno y las sustancias nutritivas indispensables para la piel. Esta cesión de nutrientes se hace a expensas de recibir los elementos de desecho del catabolismo celular, lo cual condiciona al área como una región importante de intercambio, que hace que los elementos que integran esta zona se encuentren indemnes y en plenitud fisiológica.
Todos estos factores alteran de alguna manera el proceso de eliminación de sustancias tóxicas de los tejidos. Por ese motivo contribuyen a la instalación de los trastornos circulatorios desencadenados por las hormonas femeninas.
Clasificación
Según la extensión del proceso, la celulitis puede ser generalizada o localizada.
Generalizada:
Aparece casi exclusivamente en mujeres obesas, con hábitos alimentarios desequilibrados. Comienza en la pubertad, acompañada de obesidad acentuada en abdomen y muslos, con tendencia a la formación de edemas, en especial en miembros inferiores. Durante la segunda década de vida, se producen bruscos aumentos de peso desencadenados por factores emocionales (ansiedad, depresión), medicamentos (toma de anticonceptivos) o alteraciones propias de los embarazos, abortos y partos. En la cuarta década se hace progresiva la obesidad, complicando con los procesos artrósicos incipientes, que obligan a cambios posturales que finalmente terminan alterando la armonía corporal. La llegada de la quinta década suele estar acompañada del síndrome menopáusico, donde la tendencia al aumento de peso, el estrés emocional y el sedentarismo constituyen factores de riesgo agravantes del proceso.
Localizada:
Las celulitis localizadas originan fenómenos dolorosos, cuya intensidad no siempre está relacionada con las dimensiones del infiltrado. Las zonas donde la celulitis muestra preferencia son: la parte superior interna y posterior de los muslos; la parte interna de las rodillas, el abdomen, las nalgas, los tobillos, la parte inferior de la espalda, la parte superior de los brazos, la parte superior de la espalda, justo debajo de los hombros
